La infancia es un momento clave para sentar las bases de una alimentación saludable, momento en el que moldeamos sus papilas gustativas. De lo que los niños coman hoy dependerá en gran parte la salud que tengan no solo ahora, sino también en su vida adulta.
El principal consejo es el ejemplo y la exposición: que vean que sus padres y los demás miembros de la familia comen lo mismo. También la presentación y dejar tiempo suficiente para comer y hacer que coman en la mesa, sin distracciones.
Muchas escuelas de cocina y profesionales de la nutrición coincidimos en que aprender a cocinar jugando, ayuda a los niños. Además de mejorar sus hábitos alimentarios se familiarizan con texturas y sabores que generalmente les resultan poco atractivos.
El reto de presentar los platos de una forma original y divertida como si de un juego se tratara o aprender combinaciones llamativas y sorprendentes como si un cuento se tratara consigue que aparte de disfrutar y pasar un rato entretenido, terminen perdiendo el miedo a probar nuevos alimentos y esto además les ayudará a desarrollar su imaginación y amplificar sentidos como el olfato o el tacto.
Hacerlos protagonistas es la clave para que tengan un auto-aprendizaje nutricional.